Nuestro blog

Necesito ser más fuerte ¿si?

Lo que debemos aprender es que la fuerza no es sinónimo de dominio absoluto ni tampoco el poder para controlarlo todo, porque sencillamente no podremos hacerlo jamás.

"Una mujer fuerte es la que puede sonreír esta mañana como si no hubiera llorado anoche" fue la frase que me detuve a leer mientras scrolleaba en Instagram, más de 20K likes y mil comentarios.

Y ante eso, es inevitable preguntarme ¿hasta qué punto debemos ser fuertes?

Por mucho tiempo participé en promover lo mismo, debíamos ser fuertes, que no se notaran las lágrimas, que no se notara el cansancio, había que continuar, pasara lo que pasara.

Ahora viéndolo desde esa perspectiva puedo notar cómo el discurso de fuerza me traía likes, aplausos y vítores, pero por dentro me sentía realmente agotada.

Hasta que un buen día no aguanté más el agotamiento. Me sentía deshecha y sin la posibilidad de “arreglarme yo misma”, me di cuenta que la verdad es que no era tan “fuerte” como pensaba, pero encima: tampoco debía serlo.

Sí, es bonito escuchar que podemos con todo, que debemos mantenernos fuertes para lograr lo que queramos, que no necesitamos de nadie porque solas podemos y así un montón de cosas más.

Pero la verdad es que llega un día en el que a la mala, tendremos que reconocer que:

  1. Solas no podemos.

  2. No podemos con todo, no a la vez.

  3. No siempre somos fuertes, a veces toca bajar los brazos y rendirse.

  4. Podemos reevaluar lo que queremos.

  5. Y todo está bien.

Cuando reconocí esto en mi, me di cuenta que vivía en un círculo vicioso de “esforzarme” para lograr lo que otros esperaban de mí y no por lo que realmente yo quería. Y cuando empecé a hablar de mi proceso, no recibí los mismos aplausos públicos, pero si cientos de DM y mensajes privados de mujeres agradeciendo e identificándose con lo que les estaba contando.

¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que no podemos más?

También me lo pregunté y dentro de mí las respuestas me llevaban directamente a mi orgullo, si de pronto admitía que no podía, me verían como “ay, pobrecita Annella”, y para quienes de alguna manera nos ha costado encontrar un lugar, perderlo a causa de la lástima, no parecía buena idea.

Sí, a las mujeres nos ha costado ocupar espacios desde la dignidad y el merecimiento, pero esa misma lucha nos ha hecho perder el equilibrio entre ser fuertes y tener el control, a reconocer nuestras debilidades y necesitar ayuda.

De pronto se confundió “la fuerza”, con la auto suficiente, la auto exigencia y la tiranía, pero con nosotras mismas. Ante cualquier evidencia de debilidad, sacamos el látigo y es mejor arrastrarnos o asfixiarnos antes de reconocer que hay cosas que necesitamos soltar.

Y encima, excusamos todo eso diciendo que es “amor propio”, pero no, eso no es ni amarnos, ni respetarnos, ni mucho menos cuidarnos.

¿Debemos vernos como víctimas?

En lo absoluto, jamás diría eso, lo que debemos aprender es que la fuerza no es sinónimo de dominio absoluto ni tampoco el poder para controlarlo todo, porque sencillamente no podremos hacerlo jamás, en cambio sí tenemos la capacidad de reaccionar desde la razón ante lo que sucede.

Y a eso se le llama razonar, entender que la debilidad no es un castigo, que es parte de nuestra naturaleza humana, que vamos a fallar, a cansarnos, a desfallecer. Que nuestras emociones no son malas, aunque cuesten sobrellevarlas, pero ocultarlas no sirve de nada, que necesitamos ayuda, necesitamos estar en comunidad.

Y eso no nos hace menos, solo nos hace humanas.

¿Qué te tocará seguir? Siempre, la verdad es que el sol vuelve a ponerse, los momentos malos no son eternos, hace bien afrontarlos desde la vulnerabilidad, la aceptación y la humildad, solo así podremos crecer, madurar y entender que somos dependientes de Dios y no de nuestras propias fuerzas. 

Bien lo decía C.S Lewis en La silla de plata “Hace bien llorar un rato, mientras duran las lágrimas. Pero tienes que parar tarde o temprano y entonces debes decidir lo que vas a hacer”.

Y solo podremos saber qué hacer si tomamos la decisión de ver el panorama completo y no enfocarnos en nuestro propio orgullo.

Me costó abrazar mi debilidad, pero admito que se siente ligero vivir así.

Annella.

@jevitasintensas